miércoles, 30 de marzo de 2011

Balada de la piedra que canta


Paracaídas editores es una editorial joven que viene publicando un grupo importante de libros de formato mediano, y en cuyo característico recuadro de la portada extiende la superficie de un solo color que contrasta con el tono áspero de los bordes de cartón, en donde agrega solo viñetas de siluetas oscuras en ediciones que, con sobriedad y buen gusto, se acercan a la agradable apariencia de lo artesanal. El responsable de estas ediciones es el poeta Juan Pablo Mejía (Lima, 1982), que hace poco dio a conocer su Balada de la piedra que canta (2009), un breve conjunto de poemas que se vinculan al canto nocturno de un lamento de amor, cuya aceptación de la pérdida semeja al vuelo de las aves que caen, en donde misteriosos son los signos que registran esta caída y alumbran como fulgores inconscientes la turbación de la noche. Este grupo de poemas no se delimita con nombres de secciones sino, más sutil, con líneas de versos que sugieren los cambios de sentido que tendrá cada movimiento del canto. Por eso a los primeros poemas de deseo encendido, negación de lo amado y asimilación de la derrota, cuya voz busca mezclarse con el lenguaje primario de las aves y las piedras, seguirán los poemas dedicados a la mención de pintores, poetas y un collage de versos de la “biblioteca personal” que construye cada creador en su apropiación de la tradición cultural que lo antecede, y que es en el fondo otra forma de acercarse al recuerdo de lo perdido, pues en este grupo de poemas anida también una visión de amor, de ciclos que se cierran y la fugacidad del placer de cuerpos que se unen y separan. El poema que brinda el título al libro, y que anuncia el fin de este aprendizaje de olvido, contiene en sus primeras estrofas una horda de versos azorados, y es uno de los más enigmáticos e incontenibles de esta balada cedida al silencio y al tiempo. Juan Pablo Mejía. Balada de la piedra que canta. Arequipa: Grupo Editorial Dragostea, 2009.